viernes, 4 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ SON RICOS LOS RICOS?

            Aun reconociendo que no todos los casos son iguales y que las generalizaciones son siempre injustas, voy a tratar de dar mi explicación personal al porqué de las diferencias de Clase, que cada día son más acusadas como vemos a nuestro alrededor.

            Es bien sabido que “el dinero llama al dinero” y que las grandes fortunas personales, en general, no son fruto de un arduo trabajo. Más bien, diría yo, que son fruto, sí de un arduo trabajo, pero de muchas personas, no siempre recompensadas acorde a su labor. Sin embargo, la productividad generada por todas esas personas, recae siempre en muy pocas manos, los dueños del negocio, empresa, industria, corporación, etc. (el nombre es lo de menos). El argumento inmediato de éstos es: “nosotros somos los que arriesgamos nuestro dinero”. Pero, ¿de dónde proviene ese dinero? y ¿cuál es el riesgo?. Emprendedores les llaman, “ha creado un imperio de la nada” dicen de algunos. Falso (salvo excepciones, insisto). Pongo un ejemplo, hoy he tenido una idea de negocio genial, abrir un banco, un negocio en alza, sin riesgo (si algún día va mal, me ayudarán los gobiernos), pero tengo un problema, no tengo dinero. Acaso el presidente del Banco X (podéis elegir el nombre que queráis) ha creado su imperio de la nada, no. Si analizamos la vida del Señor X podemos ver que le viene de familia, ¿el qué? su fortuna. Mirando hacia atrás en su árbol genealógico llegamos a épocas donde, y aquí viene mi respuesta a la pregunta inicial, la democracia brillaba por su ausencia. Entonces, ¿cuánto de legítimas son ahora esas grandes fortunas? Este ejemplo de la banca es extensible a cualquier “holding” empresarial que rige, o mejor, gobierna nuestro futuro a escala global.

        ¿Y el riesgo?, qué riesgo hay en perder un dinero que no necesitas o avalar los proyectos con bienes comunes (de la propia empresa). Si no se arriesga un bien de primera necesidad, entonces no hay tal riesgo, que es lo que hacemos el resto de mortales (nuestra primera vivienda habitualmente y además ni siquiera es suficiente para afrontar la deuda hipotecaria, como vemos cada día en los cada vez más frecuentes desahucios).
           
        La conclusión que saco de todo esto es que el “emprendedor” sin dinero a lo más que puede aspirar es abrir un bar, carnicería o similar y que la impermeabilidad de las clases sociales existente en el siglo XVII, sigue hoy día vigente: si naces pobre, serás siempre pobre y si tienes la suerte de nacer rico, al menos deberías saber de dónde y cómo se ha obtenido tu fortuna.

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